Las desconferencias: alternativa a los congresos

Sanidad Híbrida

En épocas de crisis la innovación y las buenas ideas se multiplican. Las desconferencias es un ejemplo de ello: una alternativa al formato congreso. Es como todo, los congresos tienen sentido si son razonables en número, y de calidad. Pero cuando se reproducen de manera infinita, como necesidad de justificación, pierden su sentido de ser, y convertimos ciertas fechas en un estado de «en congreso» contínuo.

La desconferencia es un formato donde la participación directa de sus asistentes potencia la producción de conocimiento y se minimiza el carácter comercial de los eventos tradicionales. Todo esto lo estamos pudiendo comprobar en el evento organizado por Raquel Benito e Iñaki Etxebarria:

Sanidad Híbrida es una desconferencia virtual para descubrir al híbrido sanitario y fomentar el uso de las tecnologías entre los profesionales del sector salud, a celebrar dentro de la iniciativa Hybrid Days.

Aunque mi colaboración ha sido activa durante la desconferencia, sirva este artículo como reconocimeinto al valor de la iniciativa. Y para este homenaje he seleccionado uno de los artículos que me ha resultado más interesante por su valor documental.

Me hago eco del excelente artículo de Ignacio Basagoiti en Sanidad Híbrida que nos deja una foto panorámica de la sanidad, con todos sus actores y la relación entre ellos.

Tres ídeas fuerza a destacar:

  • El cambio de modelo en los sistemas sanitarios es un proceso natural e imparable como consecuencia de una necesidad de hacer sostenible el sistema.
  • Aunque parezca evidente, a veces cuesta asimilar, que no todos somos iguales, ni queremos las mismas cosas, por tanto, no todos los pacientes son iguales.
  • La sanidad no debería ser vista como un producto de consumo, sino como un servicio de apoyo a las personas en el cuidado de su salud.

Mucho estamos hablando del profesional y su proceso imparable de hibridación. Este nuevo paradigma, surgido a medias de la necesidad y la oportunidad, quedaría incompleto sin dos compañeros de viaje: organizaciones y pacientes.

Los profundos y rápidos cambios que están sufriendo los conceptos de privacidad, comunidad, conocimiento y tantos otros, nos afectan a todos con independencia de nuestros roles, conocimientos y habilidades. Somos esa parte privilegiada de la humanidad que puede formar parte del proceso y no solo experimentar sus consecuencias.

El ciudadano está en contacto con los proveedores de servicios, y con los profesionales que traducen éstos en cuidados. Se trata de una trigonometría variable en función de las necesidades, pero también en función de las capacidades de dar y ofrecer –en el mundo real y en el virtual- que tienen cada uno de los tres actores.

Es alrededor de dicho ciudadano donde deben situarse los servicios y capacidades, y es a él a quien se debe instar a que se hibride, a que se ponga al servicio de sí mismo y de sus pares para que organizaciones y profesionales puedan hacer su labor.

Este revolucionario cambio de modelo, donde cada uno tiene su responsabilidad y su función, probablemente no nazca de una concepción filosófica, sino de una necesidad de hacer sostenible el sistema, ante la visión de una sanidad insuficiente para atender a una población envejecida y de unos recursos cada vez más limitados.

Creo que quienes caminamos por aquí, partimos de la convicción de que es mejor la autonomía que la independencia, la implicación frente a la pasividad, pero será un cambio largo. En sanidad llevamos décadas tomando decisiones por otros y dejando que otros tomen decisiones por nosotros.

El paciente y sus caras.

Ni todos necesitamos las mismas cosas, ni todos queremos lo mismo. Aunque la idea caiga por su propio peso, a veces nos cuesta interiorizarla: no todos nuestros pacientes son iguales.

Siguiendo esta línea, se ha tratado de agrupar a los ciudadanos según su necesidad de intensidad de cuidados (como la pirámide de Kaiser Permanente especialmente en enfermedades crónicas) e, incluso, su grado de implicación (esta presentación de Lupiañez resume muy bien este punto de vista) en dichos cuidados.

Podríamos ir un paso mas allá, y considerar al ciudadano en su relación con la sanidad teniendo en cuenta tres facetas diferenciadas.

1.- Consumidor.

Las personas consumimos productos y servicios sanitarios y, al hacerlo, atesoramos una experiencia de uso. Para las empresas y organizaciones es fundamental recoger dicho conocimiento para el diseño y mejora de servicios y procesos. Las empresas gastaban fuertes sumas en obtenerla mediante cuestionarios, living labs y estudios de usabilidad. Hoy pueden obtener datos fiables si establecen canales de comunicación directos con los usuarios. En ObservaTICs podemos apreciar cómo los hospitales, por ejemplo, tienden a abrir canales en las redes sociales que posibilitan esta interacción.

Estos consumidores avanzados (prosumidores), con capacidad para tener opinión y compartirla, ofrecen también su experiencia a otros usuarios, conocimiento que puede ser determinante en la elección o no de un producto.

2.- Paciente

Es el ciudadano cuando demanda y recibe servicios encaminados a mejorar su salud. Puede estar más o menos implicado en el proceso variando, por tanto, desde un receptor pasivo a un paciente implicado (empoderado), con los conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para tomar decisiones sobre su propia salud. Dichas decisiones, parten también del asesoramiento profesional e incluyen el autocuidado como elemento clave en el proceso de mejora de la salud.

3.- Experto

Cuando el ciudadano utiliza su experiencia y conocimientos para la mejora de la salud de otros. Esta faceta incluiría al cuidador, pero también al epaciente (enlazo aquí el libro, escrito a 60 manos, publicado hace unos meses sobre el tema). Sería éste el paciente implicado, que comparte además su conocimiento para que pueda ser aprovechado por otros pacientes.

Hacia una sanidad hibrida.

Si hablamos de un nuevo modelo de atención sanitaria, donde la implicación activa de cada uno de los actores, así como los lazos y relaciones entre ellos, resulta fundamental para el cuidado de la salud, debemos usar también las herramientas que hacen posible organizaciones H2O (como diría J.J. Fernández), híbridos sanitarios y, también, consumidores/pacientes/ciudadanos implicados en el proceso. Estas herramientas son canales que conecten a los actores, pero también procesos que los impliquen y den voz.

Lo verdaderamente revolucionario no es que los actores compartamos espacios, físicos o virtuales, bajo unas nuevas reglas del juego sino, mucho mas allá, que las personas seamos capaces de cuidarnos a nosotros mismos con el apoyo de nuestras organizaciones, profesionales sanitarios y redes personales.

Fuente: Sanidad Híbrida

5 respuestas a “Las desconferencias: alternativa a los congresos”

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  2. Muchas gracias Alfredo por la difusión del post. Me alegra mucho que te haya gustado. El mensaje final trata sobre cómo recuperar el sentido común (que tenían nuestras madres y abuelas) en las habilidades del autocuidado; y esto contrapuesto con la dependencia del sistema de muchos de los usuarios actuales del sistema sanitario (especialmente de los mas jóvenes, qu evitan tomar decisiones).
    Espero que la entrada -ese es su objetivo- genere un poquito de debate.
    Un abrazo.
    Ignacio

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    1. Ignacio: La sanidad es el mero reflejo de otros aspectos sociales, en este estado del bienestar, en el que la igualdad y la democracia se medía por la igualdad de oportunidades para todos para acceder a los servicios. Y en esa generosidad nos olvidamos, por momentos, que los recursos son finitos. Igualdad sí, pero con responsabilidad. Es un poco lo que tú dices del sentido común.
      En el camino hacia una sanidad sostenible, necesitamos un paciente emancipado, responsable de su salud. Y a la vez el sistema de salud debe dejar de comportarse de una manera paternal.

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