Europa se enfrenta a un reto demográfico. Si las políticas que se han puesto en marcha producen los efectos deseados, se espera que en el futuro próximo los mayores sean más activos y gocen de mejor salud, por lo que demandarán más y mejores servicios. Es sin duda un importante cambio social que debemos ser capaces de abordar. Vamos a ver cuál es ese contexto demográfico.
Número de habitantes
En 2005 la población europea (Europa a 25) era aproximadamente de 450 millones de personas. Se estima que en 2025 seamos 470 millones, para descender posteriormente hasta los 463 millones en 2030 y hasta los 450 millones en 2050.
Esperanza de vida
En Europa la esperanza de vida crecerá desde aproximadamente 76 años para los hombres y 81 años para las mujeres, hasta cerca de los 79 y 85 años respectivamente en el 2050. Este aumento de la esperanza de vida es el resultado de la mejora considerable en la atención sanitaria y la calidad de vida en Europa.
Envejecimiento de la población
La población mayor será el doble de la actual para el año 2050. Esta situación de incremento de la longevidad es el resultado de la mejora considerable en la atención sanitaria y de la calidad de vida en Europa y el continuo descenso de la natalidad debido a dificultades para encontrar un puesto de trabajo, la escasez y el precio de las viviendas, la vida laboral, la familia, la elección de la forma de vida y la edad más elevada en el nacimiento del primer hijo.
Prevalencia de discapacidades
La edad de las personas es el factor principal asociado a la prevalencia de discapacidades. El aumento de la esperanza de vida lleva asociado un incremento de la prevalencia de los trastornos auditivos y visuales, junto con problemas de salud mental, y por tanto, limitaciones para el ejercicio de las actividades diaria. Esta prevalencia es mayor en mujeres que en hombres.
La dependencia es un concepto dinámico y nunca es estática. Así, podrá avanzar hacia estadios más graves y en tiempos más o menos rápidos dependiendo de la enfermedad de base, pero muy especialmente del manejo preventivo, y de la asistencia sanitaria y social continua, recibida.
Se calcula que entre las personas sanas y autónomas en España, hay entre un 11 y un 13% con problemas de fragilidad, y a su vez, con altas probabilidades de pasar a situación de dependencia.
Problema de financiación de los sistemas públicos sociosanitarios
El aumento del número de personas de edad avanzada tiene implicaciones en el sistema de salud y en el sistema social. En Europa, la mayoría de los sistemas nacionales de salud están basados en el sistema público de salud y con financiación pública, con aportación de la población que está en activo. Pero con la situación de envejecimiento, y por lo tanto con el incremento de la población en estado de dependencia, el sistema de atención social deberá contar con un incremento de fondos. Otra razón es que, normalmente, los gastos de la atención social también se incrementan con la edad. Todo esto supone un problema de financiación.
Aspectos relacionados con el mercado laboral
En un futuro no muy lejano, la mayoría de las personas del mercado laboral tendrá más de 50 años. Las empresas tendrán que redescubrir los valores de estos trabajadores. Mientras que la población joven se caracteriza por ser dinámica y con elevada motivación, y es a ellos a los que se dirige el mercado laboral, a menudo a los mayores se les clasifica como inflexibles, no actualizados y poco abiertos a las nuevas tecnologías. Estos valores negativos se tienen en cuenta por encima de aspectos como la trayectoria vital, la experiencia, la práctica, o las habilidades sociales.
El crecimiento de mujeres que se incorporan a la vida laboral está suponiendo cambios en la capacidad de cuidados de la familia.
Aumento de la vida en solitario
En Europa los mayores viven, sobre todo, en los hogares familiares. Según un estudio del INE en 2001, basado en el censo de población y vivienda y EUROSTAR, en 21 países analizados, la población de personas mayores era cercana a los 69 millones, de los que 21 millones vivían solos, 31 millones con sus parejas, 9 millones con algún hijo, y casi 2 millones en hogares colectivos. España, junto a Grecia y Portugal, marca los valores mínimos en la proporción de personas que viven solas. En el extremo opuesto encontramos a Dinamarca.
En todos los países, las mujeres viven solas en proporciones más altas. Y con la edad aumenta la vida en solitario. En las mujeres el valor máximo se alcanza antes de los 85 años, mientras que en los hombres, unos cinco o seis años después. Estas proporciones son dependientes de las proporciones de viudos hombres y mujeres.