Los servicios sanitarios han ido desplazándose de un “paciente objeto” a un “paciente activo y reivindicativo”, siendo esta la tónica que se impondrá a medio y largo plazo cuando segmentos más exigentes de la sociedad envejezcan y reclamen, cada vez más, servicios más completos.
Esto supondrá un punto de inflexión en la construcción completa e integral de servicios sociosanitarios ya que la ciudadanía no aceptará la prestación diferenciada de servicios sanitarios y sociales. Es por ello, que servicios históricamente antagónicos son imprescindibles, y han de conciliarse y converger; servicios que potencien las capacidades positivas del individuo, es decir, su perfil social, además de corregir las facultades negativas objeto de los servicios sanitarios.
En la construcción de este modelo de cuidados es imprescindible el equilibrio entre individualización, es decir, capacidad de decisión propia y autonomía personal, y la potenciación de una red de apoyo social.