
La tecnología avanza a pasos agigantados y cada vez se crean nuevos productos y servicios de una manera más rápida. Por ello, cada vez es más importante diseñar poniéndose en el lugar de la persona usuaria, conociendo sus necesidades y limitaciones. Esta es la base de la experiencia de usuario o UX (user experience), y en este breve artículo hablaremos de ello y sobre la importancia de la UX en el sector de cuidados de las personas mayores.
La norma ISO 9241-2010, los estándares internacionalizados sobre diseño centrado en las personas, define la experiencia de usuario como “Las percepciones y respuestas de una persona como resultado del uso o de la anticipación del uso de un producto, sistema o servicio”. Otra definición de la experiencia de usuario, es la definición del psicólogo Marc Hassenzahl, “Diseñar teniendo en cuenta la experiencia de usuario significa diseñar pensando por qué se usa un producto en lugar de cómo se usa”. Aunque parezca que cada usuario tiene unas necesidades o motivaciones diferentes, la diferencia reside en la manera en la que cada persona las muestra.
Asimismo, hay muchos factores que condicionan la experiencia de usuario. Estos se pueden dividir en tres diferentes grupos: factores propios del usuario, factores externos y factores propios del producto/servicio. Los factores propios del usuario se refieren a las experiencias y vivencias previas de los usuarios, a sus expectativas y motivaciones. Los factores externos hacen referencia a condicionantes sobre los que el usuario o el diseñador no pueden influir, como el contexto de uso, los factores culturales o los factores sociales. Por último, los factores propios del producto son las limitaciones que tiene el producto/servicio respecto a los recursos tanto tecnológicos como de materiales o dimensiones.
Estos factores condicionantes se pueden trasladar al ámbito del cuidado de las personas mayores. En este caso, los factores externos son determinantes, ya que además del usuario final se deben tener en cuenta todas las entidades externas que participan en el cuidado. Entre ellas se encuentran, profesionales de la teleasistencia, farmacia, atención primaria, auxiliares de asistencia domiciliaria y familiares de la persona entre otros. Además, el contexto de uso puede ser muy variable, desde un entorno domiciliario, hasta diferentes entornos sociales.
Lo que llamamos personas mayores es un colectivo muy heterogéneo por lo que no deberíamos dejarnos llevar por estereotipos y buscar soluciones que se personalicen. Sin embargo, hay ciertas pautas generalizadas a la hora de diseñar para personas mayores, entre ellas destacan la claridad y la definición de acciones paso por paso. El comportamiento digital de los adultos mayores es diferente al de personas más acostumbradas al uso de la tecnología; muchas veces términos o acciones que a los diseñadores les parecen comunes no lo son para personas mayores. A su vez, las personas mayores tienden a centrar su atención en una sola tarea a la vez, por lo que es muy importante no sobrecargar de información el producto o sistema.Otro punto importante cuando hablamos de la experiencia de usuario es el diseño emocional. El diseño emocional es un concepto creado por el diseñador Donald A. Norman, que hace referencia a diseños que provocan una respuesta emocional en el usuario. Las mayores preocupaciones de las personas mayores son la inseguridad y la soledad no deseada. El diseño de productos y servicios para personas mayores debe añadir un valor emocional.
La experiencia de usuario es un concepto imprescindible en el diseño pero lo es aún más cuando hablamos de personas mayores. Estas personas no miran que el producto o servicio cuente con la tecnología más innovadora del mercado, lo más importante es encontrar el diseño que mejor cumpla sus necesidades personales y les aporte un valor añadido en su proyecto de vida. Así es como se consigue una experiencia del usuario satisfactoria.
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